El viernes 27 de febrero de 2015 en Córdoba Capital tuvo lugar la presentación del libro “Humor Menstrual”, de Daniel Campos y Martín Eschoyez. Esta obra fue financiada a través de crowdfunding en Panal de Ideas y tiene licencias CC, como todos los libros de Ediciones de la Terraza.
Compartimos la crónica sobre el evento de presentación que publicó Ana Almada.
El día llegó: se presentó “Humor Menstrual”
Por Anita Almada
Viernes 27 de febrero, 20:30 hs. Café del Alba es uno de esos lugares en la capital cordobesa que se presenta desde su nombre como un “café”, pero en realidad cuenta con más libros que sillas, claramente con más libros que mesas, lo que en conjunto genera una mixtura bastante particular de bar-librería.
Una quizá tendría que venir a pasar el día para conocer apenas “de vista” los colores y las formas de aquel acervo bibliográfico, a la vez tan personal y público, privado en su lógica de intercambio económico pero multitudinaria cada vez que alguien se sienta a disfrutar.
El murmullo es constante, las luces y la madera sólo presentan calidez y asistimos a un “lleno completo” (como se dice en los recitales). Gente en las sillas, gente de pie, gente sentada en el suelo. Para tratarse de algo que suena tan frívolo como la presentación de un libro (¿realmente hace falta?), este escenario ya nos anticipaba que había algo extra.
Una vez más, Martín Eschoyez muestra que trabajo y vida, editoriales y cultura libre pueden llevarse bien, porque ese lleno total es para la presentación de “Humor Menstrual”, un libro donde un dibujante (Daniel “Pito” Campos) y un diseñador (“guionista”, como lo llamarían luego dada su función específica en el desarrollo de la obra) se pusieron de acuerdo para crear una página en Facebook y luego plasmar en papel cada una de las viñetas que publicaron. Una vez que se dio comienzo formal a la presentación, los autores comentarían que el título se debe a la frecuencia de aparición de estas viñetas: cada 28 días.
Esta realidad (más) tangible del papel impreso fue posible por muchos factores, de los que nombraré solamente a Ediciones de la Terraza —otra de las grandes protagonistas— y a Panal de Ideas, la plataforma local empeñada en que los sueños de algunos se conviertan en realidad a través del financiamiento colectivo.
José Playo, Daniel Campos, Martín Eschoyez y Mauricio Micheloud – Imagen cortesía de “Bitácora de Vuelo”:https://www.facebook.com/de.vueloii/media_set?set=a.721903037928547.1073742065.100003265728853&type=3
Para empezar, por parte de la editorial habló Mauricio Micheloud, quien explicó lo que significó para ellos llevar adelante el proyecto Humor Menstrual, junto con los principios que sostiene su modo de publicación: el uso de licencias Creative Commons como modelo acorde a su forma de entender la relación con las obras, los autores y los lectores. Creo que las pruebas concretas de esto trascienden la presentación de este libro: vean lo que es éste catálogo.
Luego fue el momento de la jocosidad, de la complicidad entre tres verdaderos personajes del humor cordobés: el prologuista del libro José Playo improvisó una suerte de “entrevista” a los autores, que estuvo obviamente colmada de chistes y solamente pudo concluir una vez que Mariano Cognini (considerado el “visitante ilustre de la noche”, hijo del fundador de la “mítica revista Hortensia” compartió su opinión: hace unos años que venía siguiendo a estos autores y él pudo ver el trabajo de selección y la dedicación puesta, además de considerar que la edición y la impresión eran excelentes, una obra artesanal. Y por supuesto, “que estos tipos están locos“.
El cierre del evento fue donde los activistas cobramos protagonismo. Y digo los activistas parafraseando lo que el propio Eschoyez dijo en una entrevista previa a la presentación: todas y todos los que colaboramos para que la publicación del libro sea posible no somos simples consumidores, lectores o clientes, sino que somos activistas demostrando que otros modos de hacer cultura son posibles. Y por ello, nos tocan recompensas: ejemplares autografiados, tazas, viñetas originales y únicas, un mural en nuestras casas y hasta el sorteo de una remera (de la cual afortunadamente he sido acreedora).
Pero quizás las recompensas para aquellos que somos activistas “full-time” de la cultura libre (de los que ponemos el cuerpo a muchos otros proyectos que a veces no tienen crowdfunding) sean varias. Por un lado, soñar con que podríamos ser muchos. Saber que en este caso pudimos colaborar concretamente a que otros que no participaron de la campaña igual puedan comprar el libro. Que las editoriales pueden elegir otra forma de vincularse con los autores y respetar el derecho de acceso a la cultura para todos. Que hay pruebas de que el uso de licencias libres no atenta contra los derechos patrimoniales de los que escriben, fomenta la multiplicación de los públicos y crean los espacios para que compartir y remixar bienes culturales no esté penado por la ley.